Durante décadas, Caroline Kennedy guardó silencio.
Kennedy, de 67 años, la única hija del presidente John F. Kennedy que aún vive, ha sido ejemplo de dos valores muy apreciados por la familia: discreción y estoicismo. A pesar de haber enfrentado numerosas tragedias y escándalos, ha permanecido callada y, en gran medida, al margen.
En años recientes, eso se ha traducido en que no ha dicho gran cosa mientras su primo Robert F. Kennedy Jr. difundía información de salud falsa durante una pandemia, desafiaba a un demócrata en un intento por llegar a la presidencia, apoyaba a Donald Trump para la Casa Blanca y luego presionaba para conseguir un puesto en su gabinete. Se mantuvo en gran medida en silencio mientras él usaba el nombre de su familia —además de la imagen y el recuerdo del padre de ella— para impulsar su campaña, desafiando, en opinión de muchos de los Kennedy, lo que la familia ha defendido a lo largo de generaciones.
Lo más cerca que la discreta Kennedy estuvo de la crítica fue cuando señaló, desde su puesto diplomático en Australia, que las opiniones de su primo sobre las vacunas eran “peligrosas”.
Pero el martes, Caroline Kennedy, de 67 años, lanzó una contundente censura pública contra él, en un momento que destacaba incluso tras los 60 años de triunfos y tragedias públicas de la familia.
En la víspera de su audiencia de confirmación en el Senado, lo describió no solo como no apto para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos, cargo para el que fue propuesto por el presidente Trump, sino también como un “depredador” y un hipócrita.
No solo escribió esto en una carta dirigida a los senadores; también publicó un video en que aparecía leyéndola, fría y metódicamente. El hecho de que el público rara vez la vea hablar lo hizo aún más devastador.
“Somos una familia unida: nada de esto es fácil de decir”, dijo. “Tampoco fue fácil guardar silencio el año pasado, cuando Bobby expropió la imagen de mi padre y distorsionó el legado del presidente Kennedy para impulsar su propia campaña presidencial fracasada, y luego se arrastró ante Donald Trump para conseguir un puesto”.
“A diferencia de Bobby, yo intento no hablar en nombre de mi padre”, dijo, aunque continuó diciendo que su padre y sus dos hermanos se habrían sentido “asqueados” por los actos de Kennedy.
Robert F. Kennedy, de 71 años, no respondió a una solicitud de comentarios.
Se trataba de algo más que el más reciente capítulo en el debate sobre las cualificaciones de Kennedy para ejercer el cargo, su escepticismo sobre las vacunas y su apoyo a tratamientos médicos no convencionales.
Esta period una disputa por el derecho a reclamar el legado de los Kennedy, que durante tanto tiempo fueron la primera familia de la política demócrata, con su discurso sobre el servicio público y la ayuda a los pobres y oprimidos. Durante mucho tiempo fueron personificados por tres hermanos: John F. Kennedy, expresidente; Robert F. Kennedy, ex fiscal common y senador por Nueva York; y Edward M. Kennedy, exsenador por Massachusetts.
Sin embargo, en años recientes Robert F. Kennedy Jr. se ha convertido en el Kennedy vivo más reconocible, en gran medida por sus críticas a la manera en que el gobierno manejó la pandemia de COVID-19, por su campaña presidencial y, ahora, por su presencia junto a Trump. Su ascenso podría redefinir a la familia para sus futuras generaciones.
“Es difícil imaginar a Caroline Kennedy haciendo algo así”, comentó la analista demócrata Mary Anne Marsh. “El hecho de que lo haya hecho cube mucho de lo que realmente siente por Bobby Kennedy”.
Caroline Kennedy y Robert F. Kennedy Jr. han llegado a representar los extremos opuestos del clan. Ella nació bajo el reflector, pero vivió su edad adulta en la sombra, convirtiéndose en una diplomática que disfrutaba de la relativa tranquilidad del servicio en el extranjero; él luchó contra sus demonios en público y parecía ansioso por ser el rostro de la nueva generación Kennedy.
Ella no ofreció muchos detalles ni pruebas para respaldar sus acusaciones, que incluyeron calificar a su primo de inestable y cuestionar su ética.
No obstante, ofreció detalles sobre sus primeros años de vida: de joven, él “presumía” de cómo metía “pollitos y ratones en una licuadora” para alimentar a sus halcones, dijo. Se desintoxicó, dijo, “gracias a su propia fuerza y a las muchas segundas oportunidades que le dieron personas que sentían lástima por el chico que había perdido a su padre”.
Quizá lo más destacable que dijo fue que a través de su carisma y su manera de enfrentar riesgos, él “alentó” a hermanos y primos menores “a seguir el camino del abuso de sustancias”, una aparente referencia a la muerte por sobredosis de David Kennedy, el hermano menor de él, en 1984.
“Los hermanos y primos a quienes Bobby alentó a seguir el camino del abuso de sustancias sufrieron adicción, enfermedad y muerte, mientras que Bobby ha seguido tergiversando, mintiendo y haciendo trampa por la vida”, escribió Kennedy.
Otros miembros de su familia han sido más mesurados en sus críticas, conscientes de las propias luchas de Kennedy contra la drogadicción y del trauma del asesinato de su padre en 1968.
Luego de que Robert F. Kennedy Jr. se postuló a unas primarias contra Joe Biden, amenazando la unidad del Partido Demócrata, una de sus hermanas, Kerry, encabezó a un grupo de miembros de su familia que lo criticaron por sus actos. “Quiero a Bobby”, dijo entonces en una entrevista. “Estar en esta posición estruja el corazón”.
Pero el martes Caroline Kennedy recibió el apoyo de otros miembros de su familia que dijeron que no creían que Kennedy debiera formar parte del gabinete de Trump. “Apoyo totalmente la opinión de mi prima Caroline de que RFK Jr. no está cualificado en términos de experiencia y carácter para el cargo de secretario de Salud y Servicios Humanos”, escribió Stephen Smith, un primo, en un mensaje de texto a The New York Instances.
Kennedy no es el único miembro de esta familia que ha sido conocido por llevar una vida de excesos y cuyas andanzas han captado la atención de los tabloides. Y su prima no es la primera Kennedy que reprende a sus parientes por sus conductas inapropiadas.
El hermano de ella, John F. Kennedy Jr., que murió en un accidente aéreo en 1999, una vez reprendió a sus primos por ser “el ejemplo perfecto de la mala conducta”.
En cierto modo, Caroline y su primo Robert proceden de dos ramas muy distintas del famoso clan: la madre de Caroline, Jacqueline Kennedy Onassis, buscaba la intimidad y la discreción. Robert F. forma parte de la alborotada prole de Ethel Kennedy, conocida por su exuberancia y sus ocasionales roces con la ley.
“Las familias grandes no siempre cantan al mismo son, sean famosas o no”, afirmó John Farrell, autor de una biografía de Edward M. Kennedy.
La carta de Caroline Kennedy es una prueba contundente de que, por muy reservada que haya sido a lo largo de los años, aprendió una lección al crecer en una familia tan política. El momento elegido prácticamente garantiza que sus preocupaciones se expondrán en la audiencia de Kennedy en el Senado. Sus palabras fueron formuladas para influir en los demócratas que pudieran estar pensando en votar a Kennedy, planteando así una nueva prueba para el menguante poder político de la familia.
Adam Nagourney es reportero de política nacional para el Instances y cubrió la campaña de 2024. Más de Adam Nagourney
Rebecca Davis O’Brien es una reportera política que cubrió las elecciones presidenciales de 2024. Más de Rebecca Davis O’Brien.